martes, 24 de diciembre de 2019
CAPITULO 10
Paula estaba muy enfadada con todo lo sucedido. Sobre todo, porque por alguna razón ella tampoco había hecho nada para sacar del error al médico y a las enfermeras.
-No se a qué estas jugando, Pedro...
-Claro que lo sabes, no eres tan estúpida.
-Pues hagamos como si lo fuera. Explícame qué ha pasado aquí.
-No querían darme el alta si no les aseguraba que alguien podía cuidar de mí, así que pensé que sería más fácil si creían que estaba casado.
-Y claro está, pensaste en mí. Muchas gracias, me siento muy honrada -dijo con ironía-. ¿Pero por qué te has inventado eso de que soy enfermera?
-Me pareció un detalle bonito.
-Estás rematadamente loco.
-Entonces, ¿no eres enfermera?
-Por supuesto que no.
-Como actuaste de un modo tan profesional en tu casa con el botiquín, pensé que tal vez...
-Oh, vamos, tengo hermanos y estoy acostumbrada a curarles pequeñas heridas. Pero no soy Florence Nightingale.
-Es verdad. Si lo fueras, no permitirías que me encontrara en una situación tan absurda como esta.
Pedro estaba intentando ponerse la camiseta, pero le dolía tanto el hombre que solo había podido pasar un brazo.
-Te estás pasando, Pedro. Además, ¿qué habría ocurrido si alguien me hubiera pedido que hiciera algo típico de una enfermera?
-¿Me estoy pasando? -bromeó él.
-No cambies de tema -declaró, enfadada.
-¿Y de qué estábamos hablando?
-¡De que no soy tu esposa! -protestó.
-Eso es cierto. Pero pensé que no te importaría serlo durante unos minutos. Y por otra parte, no es como si hubiera pedido tu mano...
-Para tu información, han intentado casarse conmigo varias veces.
-Te felicito -dijo, divertido.
-¿Qué habrías hecho si me hubiera marchado y te hubiera dejado solo en el hospital?
-Sabía que no lo harías.
-¿Cómo es eso de que lo sabías?
-Te habrías sentido muy culpable. Te gusta hacer las cosas bien. Además, esto no es tan terrible. Solo tienes que salir de aquí conmigo y te prometo que no volverás a verme nunca más.
-Está bien. Pero debo estar loca...
Pedro sonrió.
-Buena chica.
Un par de minutos después llegó la enfermera para coserle la herida y Paula aprovechó la ocasión para excusarse.
-Esperaré afuera mientras lo cura. ¿Va a anestesiarlo para coser la herida?
-Sí, claro -dijo la mujer.
-Qué lástima -declaró Paula, con malicia.
Cuando salió de la habitación, Paula pudo escuchar las carcajadas de Pedro.
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