martes, 24 de diciembre de 2019

CAPITULO 6




Pedro se encontraba totalmente desorientado y perdió el hilo de la conversación que mantenían. 


Cuando volvió a recuperarlo, vio que la persona que había oído cantar estaba discutiendo con un hombre de pelo oscuro, de aproximadamente su edad.


-¿Y cómo voy a saber qué hacía en aquel árbol? Tal vez estuviera podándolo.


Pedro decidió presentarse, aunque le desagradaba la idea de perder su anonimato.


-Disculpadme. Soy Pedro Alfonso...


Nadie pareció reconocerlo y Pedro sonrió al pensar que no era tan conocido como creía.


-No quiero causaros molestias. Si me permitierais llamar por teléfono...


Los presentes lo miraron con benevolencia, pero obviamente no estaban dispuestos a hacerle ningún caso. Aquello lo disgustó. No estaba acostumbrado a que la gente le llevara la contraria.


-Tal vez deberíamos llamar a una ambulancia -dijo Lorenzo.


-¿Ha llegado a perder el conocimiento? -preguntó Nico.


-No lo sé -respondió Paula.


-No, no lo he perdido -dijo Pedro.


-Deberíamos llevarlo nosotros mismos al ambulatorio -dijo Paula.


En aquel momento regreso Alex, con las manos vacías, y dijo:
-No puedo encontrar el botiquín.


-¿Es que tengo que hacerlo todo yo? -preguntó Paula, desesperada.


Paula se dirigió hacia las escaleras y subió los escalones de dos en dos. El botiquín estaba exactamente donde le había dicho a su hermano.


Lo recogió, se quitó la parka que llevaba, se soltó la coleta con la que se había recogido el cabello y guardó la goma en uno de sus bolsillos antes de volver a bajar.


Paula se inclinó hacia la silla en la que por fin se había sentado Pedro y dijo:
-Le limpiaré primero la herida de la cabeza. Pero creo que se ha hecho daño en una clavícula.


Pedro miró a la recién llegada y pensó que era bastante más agradable que los hombres del lugar. Tenía unas manos preciosas, casi tan bonitas como su cara.


-Sé lo mucho que duelen esas cosas porque yo me rompí la clavícula hace tiempo —continuó ella—. Te dolerá menos si la presiono un poco, pero si me equivoco, grita.


-Lo haré.


Pedro miró a la mujer de ojos azules y tuvo la impresión de que la había visto en alguna parte.


-Nuestra Paula es una gran enfermera -dijo Lorenzo.


-Supongo que querrán hacerte una radiografía en el hospital.


En aquel momento, Pedro lo supo. Aquella mujer rubia y maravillosamente femenina era la persona que estaba cantando, la persona que había tomado por un chico.


-Eres una chica... -dijo.


Lorenzo lo miró con gran preocupación y afirmó:
-Tal vez deberíamos llamar a esa ambulancia.


-Sí, soy una mujer -dijo ella, sonriendo-. Me llamo Paula.


-Yo me llamo Pedro -declaró él, algo avergonzado.


-El señor Alfonso me había tomado por un joven -explicó ella a su familia.


Tras unos segundos de silencio, todos empezaron a reír, empezando por los gemelos y terminando por el propio Lorenzo.


-Vaya, eso sí que es nuevo -rio Nico.


Pedro intentó sonreír, por no hacer más el ridículo.


-Yo no me reiría tanto -dijo Paula-. ¿No fuiste tú quien dejaste el asiento de un tren a una mujer, pensando que estaba embarazada, y solo estaba gorda?


-No me lo recuerdes -protestó Nico.


Pedro miró con más detenimiento a la mujer y pensó que debía de haberse dado un buen golpe en la cabeza. De lo contrario, no tenía sentido que la hubiera confundido con un chico. 


Sus ajustados vaqueros dejaban ver unas y unas caderas preciosas, con una cintura increíblemente estrecha.


-Lo llevaré al hospital.


-No, Paula, lo haré yo -dijo Nico.


-No -insistió Paula-, tú acabas de llegar de un largo viaje en coche. Iré yo. Si es que ayer echaste gasolina después de usarlo, claro.


El adolescente de diecisiete años la miró ofendido. Obviamente, Paula pensaba que se había gastado en otra cosa las veinte libras que le había dado para gasolina.


-No hace falta que me llevéis a ninguna parte -intervino Pedro-. No quiero molestar más.


La rubia lo miró y sonrió, como si su intento por recobrar la dignidad le pareciera divertido.


-Ya nos has molestado, así que ahora no tienes más remedio que obedecer.


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