martes, 24 de diciembre de 2019
CAPITULO 17
En el vivero solo había un puñado de personas.
El individuo que parecía ser el dueño del establecimiento se acercó en cuanto los vio y saludó a Paula de manera muy amistosa.
—Te presento a Ricardo Stenning, mi padrino. Tío Ricky, te presento a Pedro. Y antes de que digas nada, te advierto que no es mi novio.
-Pero intento serlo -dijo Pedro.
Los dos hombres se miraron con complicidad.
Pero Paula no lo encontró nada divertido.
-Estaba pensando en uno de metro noventa, aproximadamente -dijo ella entonces.
-Yo tengo dos centímetros menos -dijo Pedro.
-Me refería al árbol de Navidad, estúpido.
Ricardo los miró con benevolencia.
-Ven conmigo, Paula. Creo que tengo lo que quieres.
Paula dudó que su tío tuviera lo que quería.
Porque solo quería una cosa: un hombre de ojos verdes, moreno y con la altura exacta de Pedro.
Pero de todas formas lo siguió, compraron el árbol y poco después lo dejaron en el todo terreno.
-¿Os apetece tomar un pastel de carne? -preguntó Ricardo.
Pedro se inclinó sobre ella y murmuró a su oído:
-¿Es una tradición familiar?
Paula hizo caso omiso y respondió a su tío:
-Por supuesto, no me la perdería por nada del mundo. Sin embargo, esta vez no puedo tomarme un jerez. Tengo que conducir.
-¿Y usted, señor Alfonso?
-Sí, yo tomaré uno, gracias.
Paula probó el pastel y dijo que estaba muy bueno aunque no lo creía en absoluto. El problema con los pasteles que preparaba su tía Graciela era que tenían un aspecto magnífico pero estaban duros como piedras.
-La tía Graciela ha mejorado aún más este año -mintió.
-Está delicioso -dijo Pedro.
-¿Quieres más, Pedro?
-Me encantaría, pero no quiero comer demasiado. He reservado mesa para llevar a Paula a comer.
-Vaya, no lo sabía...
-Era una sorpresa, querida -dijo, mirando su reloj-. Y por cierto, deberíamos marcharnos. Se está haciendo tarde.
-¿Adonde vamos, querido? -preguntó.
-A tu lugar preferido, adonde si no -dijo él.
-Entonces será mejor que os marchéis -intervino Ricardo-. Saluda a la familia de mi parte.
-Lo haré, tío Ricky. Hasta la vista...
Paula besó a su tío, pero antes de alejarse, dijo a Pedro
-No te has terminado el jerez.
-Es cierto.
Pedro se lo bebió de golpe. No era muy bueno y sabía a medicina.
Cuando se alejaron de allí, él preguntó:
-¿Qué ha sido eso? ¿Una prueba o algún tipo de ceremonia de iniciación?
-Algo parecido. Mi tío solo ofrece pastel y jerez a sus clientes más valiosos y a sus amigos.
-Me sorprende que le quede algún amigo.
-Cállate. Podría oírte.
-¿Qué es eso que he bebido?
-Jerez.
-De eso, nada. He tomado mucho jerez y eso no se parecía nada.
-Bueno, tal vez se podría definir como vino enriquecido.
-Y que lo digas. Pero ¿qué te parece si vamos a tu sitio preferido? -bromeó.
-¿Y qué te parece si te dejo en la parada de autobuses más cercana? Oh, lo siento. Olvidaba que estoy con un hombre acostumbrado a viajar en limusina.
-Te equivocas, prefiero viajar en helicóptero. Pero ¿te das cuenta de que mantenemos casi todas nuestras conversaciones al volante de un coche?
-¿Es que no te gusta cómo conduzco?
-Conduces muy bien cuando miras la carretera. Pero estaría bien que pudiéramos mantener una conversación, por una vez, sin poner nuestras vidas en peligro.
-Claro, porque crees que si me besas estaré dispuesta a todo.
-Desde donde estoy sentado ahora mismo, eso me parece una revelación en lugar de un problema.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario