martes, 24 de diciembre de 2019
CAPITULO 2
Pedro Alfonso no pensaba arriesgarse aquel año. Estaba decidido a perderse en la espesura de Yorkshire hasta que acabaran la temporada de vacaciones. No le gustaban nada las navidades y no entendía que hubiera gente que casi lo considerara un delito. Se negaba a participar en unas semanas ilógicas que terminaban en varios días de atracones de comida con personas que evitaba el resto del año.
No quería que se repitiera el desastre del año anterior, cuando su amante de aquella época apareció en su hotel con una botella de champán y vestida de un modo realmente sexy, así que se dijo que tendría cuidado para no dejar pistas. Desde luego, había demostrado ser una mujer muy tenaz. Pero se había vengado de él y había vendido la historia de su aventura amorosa a un tabloide.
De todas formas, nunca habría aceptado la hospitalidad de Gabriel de haber sabido que la renovación de su casa victoriana acababa de empezar. La mansión era un verdadero desastre, pero ya no tenía remedio, así que tomó su sacó de dormir, salió al jardín y caminó hacia un arroyo. En el exterior hacía tanto frío como en el interior de la casa.
Echó un vistazo a su alrededor. Aquel lugar era horrible. Gris y húmedo. No entendía que a algunas personas les gustara. Pero entonces oyó algo que parecía ser una voz humana y su mal humor empeoró aún más. Gabriel le había jurado por la tumba de su abuela que no vería a un ser humano en los alrededores aunque lo intentara. Además, Pedro tenía la impresión de que a la gente de aquella zona no le gustaban los forasteros.
Avanzó hacia el lugar de donde procedía la voz, dispuesto a librarse del intruso. Enseguida descubrió que se encontraba cerca, en el límite de la propiedad, y sonrió al darse cuenta de que fuera quien fuese estaba cantando una vieja canción muy apropiada para las navidades.
Como no podía ver de quién se trataba por culpa del seto que separaba las dos propiedades, se subió a una rama baja de un roble. Miró y vio lo que parecía ser el jardín de la mansión de piedra gris que se alzaba poco antes de llegar a la casa de Gabriel.
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