martes, 24 de diciembre de 2019
CAPITULO 22
Paula cerró los ojos cuando él la besó y sintió que perdía el escaso control que aún tenía sobre sus emociones. Segundos más tarde, oyó un sonido inconfundible. Eran los tacones de los zapatos de Clara.
-Oh, vaya, no sabía que estuvieras acompañada, Paula...
-Tienes el pelo revuelto, Pedro -dijo Paula.
-Gracias -dijo él, mientras se lo arreglaba-. Tú debes de ser Clara... Encantado de conocerte. Vamos, Paula, ve a cambiarte de ropa. Clara me entretendrá mientras tanto.
-¿No te gusta el aspecto que tengo ahora? -preguntó Paula.
En aquel momento, Paula pensó que invitar a un hombre a mirar su cuerpo cuando se encontraba en la misma habitación que Clara era muy mala idea. Solo tenía que compararlas para saber que mantenía una relación con la hermana equivocada. Por suerte, Nico apareció justo entonces.
-Ah, estáis aquí -dijo, aparentemente ajeno a la tensión de la escena.
-Alex mencionó que Pedro había venido para intentar seducirte.
-¿Cómo? -preguntó Paula, asombrada.
-Bueno, me preguntó qué iba a hacer y le dije la verdad -respondió Pedro-. ¿Querías que mintiera?
-¡Por supuesto que sí!
-Bueno, supongo que ahora tienes las cosas más claras. ¿Verdad, Clara? -Clara se puso a llorar y salió de la habitación.
-¿He dicho algo malo? -preguntó Nico.
-No te hagas el gracioso, Nico. Ahora tendré que ir a consolarla.
-¿Y echar sal en la herida?
-¿Qué herida? -preguntó Pedro.
Los dos hermanos se miraron, pero no dijeron nada.
-Voy a llevar a tu hermana a cenar.
-Mientras no la lleves a montar, por mí está bien.
-No, no está bien, no pienso ir con él a ninguna parte. Y en cuanto a ti, Nico, no necesito ninguna celestina. Soy capaz de cuidar de mí misma.
-No siempre lo has sido.
-¿Qué ha querido decir con eso? -preguntó Pedro en cuanto Nico se marchó.
-Mantuve una relación con alguien que olvidó mencionar que estaba casado.
-¿Y aún lo ves?
-¿A quién?
-A ese tipo.
-No. No sé por qué, pero cuando rompo el matrimonio de alguien, siempre me canso de la relación -dijo con ironía-. Tú eres tan malo como él.
-¿Por qué? Yo no te he engañado. Ni siquiera te he pedido que te cases conmigo.
-Pero quieres que sea tu amante.
-¿Y eso te parece mal? ¿Es que solo estás dispuesta a hacer el amor con alguien a cambio de un anillo?
-En absoluto. Yo me contento con mucho menos.
-¿Entonces?
-Me bastaría con el amor.
-Mira...
-No digas nada, Pedro. Sé que amabas a tu esposa y que no podrás amar a nadie más, o eso es al menos lo que crees. Pero yo diría que tienes miedo de mirar hacia delante y prefieres quedarte en el pasado.
-Veo que sabes muchas cosas.
-No. De lo único que estoy segura es de que estoy enamorada de ti declaró de repente.
-¿Qué has dicho?
-Ya me has oído.
Pedro abrió la boca para decir algo, pero no lo hizo, y Paula salió de la habitación antes de empezar a llorar. Se dirigió a su dormitorio y poco después apareció Clara.
-Lárgate, Clara...
-¿Ya estás preparada para salir?
-No voy a salir -respondió, en plena crisis de nervios.
-Me gustaría explicarte mi comportamiento de antes. Es que ayer tuve una reunión con el representante del banco y... bueno, no sabía lo tuyo con Pedro...
-No hay nada entre nosotros.
-Paula, ¿has estado llorando? -preguntó-. Oh, ¿qué te pasa? No estés triste, seguro que no merece la pena...
Paula la miró y pensó que si no hubiera merecido la pena, se habría sentido infinitamente mejor.
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